Tecnologías como los robots, la inteligencia
artificial y el aprendizaje de las máquinas evolucionan a paso veloz. Estos
avances pueden mejorar la rapidez, la calidad y los costes de bienes y
servicios, pero también dejar sin empleo a un gran número de trabajadores.
Dicha posibilidad pone en tela de juicio el modelo tradicional de prestaciones,
según el cual la cobertura sanitaria y las pensiones están ligadas al empleo.
En una economía que requiere muchos menos trabajadores, necesitamos pensar en
cómo garantizar prestaciones a los desempleados. Si en el futuro la
automatización va a restar seguridad laboral, tienen que existir prestaciones
no ligadas al empleo. La «flexiguridad» o seguridad flexible es una de las vías
posibles para garantizar el acceso a la sanidad, la educación y la vivienda a
personas sin un empleo fijo. Además, las cuentas de producción por ramas de
actividad pueden costear la formación continuada y el reciclaje profesional. Da
igual cómo elijan los individuos emplear su tiempo, tienen que poder llevar
vidas plenas aun cuando la sociedad precise menos trabajadores.
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